
Retirarme de la radio nunca fue una idea. Dejar de hacer lo que sé hacer no suena muy bien. Lo mío es locutar, y no tiene ningún sentido dejar de hablar... hasta que empiezas a escribir. O, al menos, eso me pasó.
Leer puede sumergirte en otros mundos, pero escribir puede confrontarte contigo mismo, al punto de necesitar cambiar. O, al menos, eso me pasó.
Necesitar cambiar. La urgencia de ventilar y de tomar de vuelta tus propias bocanadas de aire y no ahogarte y hacerte vulnerable y dejarte ver, tal cual. O, al menos, eso me pasó.
Me leo. Me veo. Me redescubro. Por eso ahora digo que "escribir es un deber". En la escuela aprendíamos copiando de la pizarra, pero en la vida escribimos para vivir, aunque no seamos escritores.
Cuando abro mi libro, abro el corazón y no soy nadie más.
Cuando me preguntan cuáles son mis libros favoritos, digo: Dios, mi mamá, mi papá, mi esposa, mis hijos, mis amigos, mi fe...
Escribir me cambió, y ese peligro no lo vi venir, o al menos, eso me pasó.
¿Y tú, te atreves a escribirte?

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