Llegué a la cabaña y noté demasiado desgaste en la madera del piso. ¿Cómo no me di cuenta de esto antes?
Al parecer hacía mucho que no me fijaba en esto y en cómo había cambiado la posición del sonido de las tablas según voy pisando, subiendo o bajando las escaleras; siempre suena alto. Tal vez siempre rechina en las mismas esquinas, y yo no me doy cuenta. Ese ruido es como un himno de llegada o de salida. Porque nunca la cabaña te dejará entrar o salir sin anunciarlo.
Detalles que no pasan desapercibidos
Hay una bella planta al lado derecho de la entrada, al final de las escaleras, y la noto como escasa de verdor y brillo, pero aún con vida. ¿Le falta agua?
No sé por qué ni las perras (Nina y Chimi), ni las gatas (Tilín y Maya) salieron a recibirme. Suelen hacerlo desde la entrada, afuera, desde el jardín. De echo ni recuerdo bien por qué salí.
Hoy extraño algunas cosas alrededor, pero me hago el loco, porque a veces así la vida duele menos.
La bienvenida silenciosa
ShaShy está en el sofá de la sala y no sé por qué algo me hace sentir que me tardé demasiado en llegar hasta ella. Caramba, la sala es lo primero que encuentro al final de las escaleras, que tampoco son tan largas.
¿Engordé otra vez?
Beso a mi linda esposa que hoy huele madura y tiene unas canitas que agraciadamente ella no las nota. Yo sí las veo porque le beso la frente, no sin antes disfrutar los contornos de sus cejas. En ese beso le descargo el amor que cada día delata más un adiós que un hola.
El tiempo compartido y los pequeños placeres
Yo le traigo las donas que le gustan aunque a su médico no le gustan tanto.
De camino en mi guagua venía escuchando una canción del siempre bien recordado Arjona, al que sucumbí por la influencia de mi Señora de las cuatro décadas, pero luego del beso ya no recordaba el título y sinceramente no soy tan diestro usando mi dispositivo interno. ¿Los besos te hacen olvidar?
Es casi el mediodía de un martes cualquiera y como por fin aprendimos a tomar café juntos, nos disfrutamos la compañía una tarde menos.
El amor que crece con los años
Me doy cuenta de que mi amor por Doña Ashley sigue creciendo aunque los 19 años todavía tienen la misma distancia, pero eso hace mucho tiempo dejo de importar.
Es el año 2036, tengo 61 años, pero esto, aún no ha sucedido.
Detalles hermosos en cada palabra y párrafo, que hacen que me pregunte, porqué no disfrutas así a tu alrededor?
Detalles que hacen del día a día una obra de arte. Me quedo con la idea de que el verdadero peso de los años se mide en el amor que crece, no en el tiempo que pasa.
J. Cruz
Divino, bendecido Amor. Vívela y disfruta cada momento. Cada aroma, cada caricia. Son los verdaderos Obsequios de la vida y ésta a su vez le ha sido revelada. Dios es fiel.